MI ENCUENTRO CON EL AMAZONAS, AQUÍ LLAMADO UCAYALI


Mi nombre es Salvador Romero y viajo. Empiezo a recorrer el río Amazonas hasta la desembocadura. Aquí plasmo mis sensaciones y las acompaño con alguna foto, sin más ánimo que el de compartir mi experiencia.
La llegada a Pucallpa estuvo marcada por dos sensaciones que tenía. La primera era una obsesión casi enfermiza, de protegerme de los mosquitos, por la malaria, el dengue, zica, chikungunya, etc., pero pronto se me pasó, cuando comprobé que no hay tantos mosquitos. Aún así, en cuanto me acomodé en el hotel, me puse ropa impregnada de permetrina y me apliqué relec por las zonas que llevaba al aire. La segunda sensación fue la del sofocante y húmedo calor reinante. Pasar del casi frío de la noche y madrugada limeñas, a una sensación térmica de 38°, es toda una experiencia.
Cuando me hube acomodado, salí a dar una vuelta y según las indicaciones que me dieron en la recepción del hotel, me dirigí al "puerto" de donde salen los barcos a Iquitos, para ver el panorama y enterarme de qué barcos salen el martes. Lo de puerto, lo entrecomillo porque se trata de un terraplén de barro negro, algunas veces duro, y para acceder al barco hay que subir andando por un tablón. Al comprobar cómo se mueve dicho tablón, no quise imaginarme cómo será subir a bordo con el equipaje encina. Los pasajes, aquí se negocian directamente con el capitán o el contramaestre y no se paga hasta que no zarpa el barco, que nunca se sabe. Subi a bordo del San Antonio y fui a buscar al mestre, como llaman aquí al contramaestre, que por cierto, era una mujer. Le pregunté cuándo zarpaba y me dijo que el miércoles, lo cual me suponía quedarme un día más en Pucallpa. El precio me dijo que 150 soles, unos 37,5€. Le pregunté por los camarotes, por tener el equipaje bajo llave, porque pienso dormir en cubierta en mi hamaca, y me dijo que 200 soles, 50€, con tres comidas diarias incluidas. Volví al hotel después de comprar agua, a refugiarme en el aire acondicionado. Tras descansar y refrescarme, salí a cenar algo y tal vez, a tomarme una cerveza. Vi unas cervezas enormes en un local, un poco cutre, abierto en toda la fachada a la calle y pasé. La música, primero vallenato y cumbia, y luego tecno, estaba a un volumen descomunal. Había cuatro mesas y una estaba libre. Había cuatro lugareños tomando cervezas. Me senté y sin pedir nada, una chica bajita y bien alimentada, me trajo una botella de cerveza SanJuan de 650ml, bien fría. Creo que no había otra cosa. En un letrero ponía que antes de las 11, 3 SanJuan por 20 soles (5€). Me tomé 2, compré luego una porción de pastel de espinacas y fui para el hotel.
Al día siguiente, domingo, salí por la mañana a callejear con la idea de comprar un móvil usado, pero terminé comprando uno nuevo, eso sí, el más barato que había, 480 soles (120€), con tarjeta prepago peruana, pero me servirá para usarlo con wifi, tanto en Perú, como en Colombia, como en Brasil. Y aunque llevo una cámara GoPro, muchas veces es más práctica una foto con el móvil. Me decidí rápido. Le dije que el más barato, que sirviera para hacer fotos y usar Whatsapp y alguna cosa más. El caso es que no está mal. Lo peor fue todo el papeleo. Me atendió un chaval que no llegaría a los 18 años y tuve que pasar una burocracia enorme, incluyendo firmas y firmas, e incluso varias veces poner la huella dactilar en el impreso. Y lo peor de todo, estuve casi tres horas hasta que pude salir a la calle con mi teléfono. 
Después me volví a acercar al puerto y subí a otro barco a hablar con el capitán del Gilmer, que me aseguró que saldría el martes y los precios eran exactamente iguales que los del San Antonio, así que decidí embarcar el martes en el Gilmer. Lo que no sé es cómo voy a subir con el equipaje por el tablón, ni cómo instalaré mi hamaca en la cubierta, porque será la primera vez que lo haga y no quiero caerme en mitad del sueño.
Por la tarde, como era domingo, pasé por un bar parecido al del día anterior, con la música a tope, un borracho bailando, a veces solo y a veces con alguna chica y todos tomando botellas de 650ml de cerveza SanJuan. Fui con la idea de tomarme una, pero me adoptaron y terminé gastando la oferta de tres botellas, 20 soles y compartiendo allí, como si fuera un paisano de toda la vida. La verdad es que la gente es muy amigable y no sé si es que les gusta mi acento, pero todo el mundo quiere hablar conmigo y las chicas no paran de sonreírme. Estoy pensando en quedarme por aquí, jajaja.
El lunes, después de buscar sin éxito, desde las siete de la mañana, un locutorio para llamar a mi banco y que las siete horas de diferencia que hay, no signifiquen que cuando llame, ya hayan cerrado, no encontré ninguno. Tendré que llamar mañana a mis cuatro o cinco de la madrugada, que en España serán las once o doce y desde mi nuevo móvil, aunque me crujan por la llamada. Aproveché  para comprar unas cuerdas con las que amarrar mi hamaca, aunque me costó encontrar dónde. Después fui a dar una vuelta junto al río y me bauticé, nunca mejor dicho, en lluvia armazónica, pues terminé empapado. Encontré un sitio para ir a cenar Patarasca esa noche y pasé al local de al lado, donde comí Sudado de Doncella, un guiso de pescado exquisito, acompañado de arroz y yuca. Como digo, buenísimo.
Por la tarde, después de enviar una colaboración a la revista de la hermandad de San Cristóbal de Villacañas, que me regalaron un pañuelo con el santo, para que me proteja en mi viaje, salí a dar una vuelta. La lluvia había cesado y dejado una temperatura mucho más agradable, aunque no quiero imaginarme cómo estará de barro la zona donde se apoya el tablón para subir al barco. Después, fui al restaurante a cenar una Patarasca y de paso, probarla por primera vez. Es pescado del río, sazonado con cúrcuma, cilantro y algunas cosas más, que se envuelve en una hoja y se cocina a las brasas. Se desata la hoja y se come lo que hay en el interior. Es muy típico de toda la región amazónica, no sólo del Perú, sino también de Colombia. Pues mi gozo en un pozo. Cuando llegué, me dijeron que se les había terminado la Patarasca. La tendré que probar en Iquitos.
Por la mañana, he recogido el equipaje, he desayunado y ahora me dirijo al Gilmer para embarcar y enterarme a qué hora zarpará, aunque eso parece que siempre es una sorpresa, salvo que se sabe seguro que saldrá más tarde de la hora que digan. Estaré seis días incomunicado. Ya os contaré el viaje cuando llegue a Iquitos.

Comentarios

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  2. Disfruta muchísimo y aunque las chicas te deslumbran con sus hermosas sonrisas no te vayas a quedar para allá jajajaja. Besos querido Salva!

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