TRES DÍAS EN LA SELVA
3 de junio de 2024. Mi nombre es Salvador Romero y viajo. Estoy recorriendo el río Amazonas hasta la desembocadura. Aquí plasmo mis sensaciones y las acompaño con alguna foto, sin más ánimo que el de compartir mi experiencia.
Ya me encuentro de nuevo en Iquitos, después de tres días viviendo en medio de la selva. En esta aventura me acompañó José Luis, un chileno que conocí en el barco y que luego hemos coincidido en el mismo hotel. Nos instalamos en unas cabañas de madera, de las ocho que conforman el pequeño lodge que creó el añorado Cléber Sinarahua, en Yanayacu, a unos cuarenta y cinco kilómetros de Iquitos, en la ribera derecha en dirección a Leticia y a donde hay que acceder a través del río en una embarcación de madera, techada y movida por un motor fuera de borda. Antes de llegar a nuestro alojamiento, paramos a visitar a los kakuma, una etnia originaria del Putumayo, hoy en día colombiano, donde a principios del siglo XX, desarrolló Julio César Arana un imperio de extracción de caucho, por medio de la Peruvian Amazon Rubber Company, que cotizaba en la bolsa de Londres y que lo hizo inmensamente rico y poderoso, hasta que Roger Casement sacó a la luz las atrocidades que estuvo cometiendo, sobre todo con los Huitoto, a los que relegó a un sistema de semiesclavitud. Los kakuma nos recibieron con cánticos y danzas y nos prepararon una bebida súper ácida, según ellos medicinal, porque en la selva se pasan todo el día diciendo lo bueno que es cada planta para cualquier dolencia o parte del cuerpo. A mí me supo la rayos, pero me la tomé por deferencia a los anfitriones. Continuamos y estuvimos viendo, en una especie de parque, lagartos (caimanes), tortugas, paiches, que son los peces más grandes del Amazonas, perezosos e incluso una anaconda, que eso sí, no mediría más de cinco metros.
Después fuimos a la isla de los monos, donde se ha creado una reserva para protegerlos. Y allí se encapricharon de mi sombrero, porque primero un choro, que se subió a mis hombros, se agarró del sombrero y no se quería bajar. Mientras visitaba la isla, me topé con un hermoso ejemplar de oso hormiguero. Luego le debió dar envidia a un mono fraile, que aunque es de menor tamaño, no se amedrentó e imitó a su primo, subiéndose también encima de mí y no queriéndose bajar. Vamos, que tuve que insitir para que no se viniera conmigo.
Por la tarde me di un buen y refrescante baño en el río y después de cenar, salimos a caminar por la selva en busca de arañas y tarántulas, y la búsqueda obtuvo premio, porque encontramos un hermoso ejemplar de tarántula, que dicho sea de paso, no era venenosa, o al menos eso es lo que me dijo el guía, pero impresionar, impresiona, os lo aseguro. También encontramos una cría de caimán o lagarto, como aquí lo llaman y la recogimos para llevarla a un lugar apartado de la gente para que no lo maten para comérselo y lo dejen que crezca, porque en muchos restaurantes ofrecen lagarto. El día siguiente lo dedicamos a salir con la barca a ver amanecer desde un canal del Amazonas para después recorrerlo en busca de animales entre los árboles, rodeaeos de una espesa vegetación y a dar caminatas en busca de lo que fuera o simplemente por el placer de ir viendo naturaleza, como una ceiba de 500 años, que tenía un tronco increíblemente grande. El último día lo dedicamos a ir a pescar pirañas, y tengo que confesar, que lo de la pesca no es lo mío. El único que pescó algo, fue el guía, pero entre otros peces cayó una piraña, no muy grande, que a la hora de la comida pudimos degustar. A mí me pareció muy parecida al salmonete, por el tipo de espinas, que tenía, etc. De sabor, no estaba mal. Hay que tener en cuenta, que el río Amazonas, a esta altura mide hasta tres kilómetros de ancho y tiene bastante profundidad, lo que facilita la navegación de grandes lanchas, como llaman por aquí a las barcazas, los barcos de carga e incluso a los de pasajeros. Ya por la noche, en el hotel me estoy preparando para ir a visitar a un chamán, que me han recomendado como bueno, y si me convence, porque hay infinidad de falsos chamanes que sólo buscan sacarles el dinero a los turistas, probaré la Ayahuasca, que es una bebida que se toma en la selva por medio de un ritual guiado por un chamán, que hacen con hierbas y corteza de árbol y posee un principio activo ligeramente alucinogeno, que por medio de la concentración y con la ayuda del chamán, te hace entrar en tu mundo interior y aseguran que te libera de traumas o problemas y te puede conectar con otras personas, de esta vida o una pasada. En fin, vamos a ver cómo se da la entrevista y según lo vea, participaré en una ceremonia o no. Ya os iré contando.
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